Una historia en Coco Room - Ambar la Visita



Era un domingo por la mañana, habíamos quedado con nuestros amigos Ael y Maje en la puerta de Coco Room para hacer esta Escape Room que tantas ganas teníamos desde que la abrieron.


Cogimos el coche para ir hasta allí, y, aunque siendo domingo pensamos que nos costaría menos aparcar, aún tuvimos que dar un par de vueltas por la zona para encontrar un sitio, de todas formas, conseguimos llegar puntuales.

Allí nos encontramos con nuestros compañeros de Escape, y después de repartir saludos y abrazos, entramos al establecimiento, donde ya nos estaba esperando el Room Master con una sonrisa y dispuesto a guiarnos durante nuestra aventura.

Nos explicó todo lo relacionado con la Escape. Nuestra misión estaba clara: recuperar la fórmula de Ambar, para rescatar la producción de cerveza, así que nos pusimos las batas, y nos adentramos en esta historia.

Nada más cerrarse la puerta detrás de nosotros una luz blanca, un pequeño temblor y un zumbido nos aturdió por un momento. Supusimos que era cosa de la Escape, por lo que no le dimos mayor importancia. Cuando nuestra visión volvió a la normalidad, nos dimos cuenta que estábamos dentro de un despacho. A nuestras espaldas se encontraba la puerta por la que habíamos entrado. En frente, un poco desplazada a la izquierda, una ventana con la escalera de incendios y vistas a una fábrica muy realistas. Alrededor de las paredes, cuadros, y justo en el centro una mesa grande de roble acompañada de una cómoda silla.
Como cada vez que empezamos a hacer una Escape Room, lo hicimos con energía, rebuscando por cajones, cuadros, armarios, .... todo lo que se nos ocurría, pero no encontramos más que una caja fuerte detrás de un cuadro, muchos papeles con contratos y registros del banco en los cajones, y una llave antigua y grande, que parecía abrir una puerta con las mismas características.

Mientras Maje y Pao intentaban descifrar si había algún tipo de clave en los papeles para seguir con el juego y Alex y Ael probaban diferentes combinaciones en la caja fuerte, escuchamos un ruido de pasos acercándose a la puerta, seguidos por una llave entrando en la cerradura. Todos nos quedamos mirando a la puerta, extrañados, cuando esta se abrió y apareció la figura de un hombre alto y corpulento, con traje gris oscuro, de unos 60 años, con pelo canoso y con una barriga con capacidad suficiente para transportar la producción de cerveza de Ambar a todo Aragón.

- ¿Quienes sois vosotros y qué hacéis en mi despacho? - dijo con una voz fuerte y grave con un tono de enfado capaz de asustar y hacer huir a todos los animalillos de un bosque imaginario.

- Estamos intentando recuperar la fórmula para que la fábrica pueda seguir con su producción - dijo Maje con un buen taco de papeles de la mano.

- ¿Cómo sabéis que la fórmula ha desaparecido, y quién os envía? - dijo el señor de la barriga, mientras cerraba la puerta su espalda.

- Nos lo ha dicho el Room Master, David, que es el nos ha abierto la puerta de la Escape Room - le contestó Ael con la manos aún en la ruleta de la caja fuerte.

- No conozco a ningún David, y yo soy el único que tiene llave de este despacho - a lo que sacó un revólver de su espalda y apuntó a Ael - y haz el favor de apartar tus sucias manos de mi caja fuerte. No se quien os envía y cómo habéis obtenido esa información, pero vuestro juego acaba aquí - siguió diciendo mientras amartilleaba el percutor del revólver.

- Pero nosotros hemos pagado por 75 minutos de juego, nos vais a tener que devolver la diferencia - contestó Pao con tono de poner una queja al mismísimo Rey si hacía falta.

La pistola se disparó hacia Ael, pero Maje, en un acto heróico, saltó sobre él evitando que la bala le alcanzase. Un segundo disparo fue en dirección a Axel, que, sorprendentemente, tuvo los reflejos suficientes para agacharse y esquivar el proyectil. Ambos disparos impactaron en la caja fuerte, uno abrió la puerta de esta, dejando entrever un pequeño paquete en su interior, y el otro rebotó en el cristal de la ventana, creando un agujero en el cristal, y dejando entrar en la habitación una leve brisilla, lo que nos hizo sospechar que la ventana no era decoración, y que de verdad había una fábrica ahí detrás.

El tercer disparo no se llegó a producir, ya que la pistola pareció encasquillarse. En ese momento, los cuatro nos miramos, y en un segundo decidimos lo que teníamos que hacer, salir de allí lo antes posible. Ael lanzó un  pisapapeles al hombre que se encontraba tratando de arreglar la pistola, impactándole en la mano y provocándole que se le callera al suelo. Pao, que se encontraba resguardada detrás del escritorio, abrió la ventana, y saltó a la escalera de incendios. Le siguieron Maje, Ael y Axel, no sin antes aprovechar la confusión para coger el paquete que se encontraba dentro de la caja fuerte abierta por el disparo.


Bajamos las escaleras corriendo, y nos refugiamos en un almacén que tenía la puerta abierta. Allí había centenares de palets con cajas de cerveza Ambar apiladas unas encima de la otra.
- ¡¡ Estamos en la verdadera fábrica de Ambar !! - gritó Axel mientras miraba a través de la puerta entre abierta. - Estuve trabajando aquí hace unos años, y aun puedo reconocerla.
- ¿¿Como puede ser posible que hayamos llegado hasta aquí?? !!Esto no puede estar pasando!! - exclamó Maje llevándose las manos a la cabeza. - Si me pasa algo quién va a cuidar de mis gatos….
- Chicos, quizá esto tiene algo que ver... - dijo Pao sacándose del bolsillo una especie de totem de madera, de unos 7 cm. - Me encontré esto el otro día paseando por las orillas del Ebro. Tiene una inscripción en un idioma desconocido para mi, que, después de mucho investigar, viene a decir “cuidado con lo que deseas”. Puede parecer raro, pero creo que cuando hemos entrado en la Escape Room, nos ha enviado a la verdadera fábrica de Ambar.
- Estas como un a regadera - le contestó Axel - ¿Cómo puede ser posible que ese chusco de madera nos haya traído hasta aquí?
- Puede que tenga razón, Axel - intervino Ael - Acuérdate de la luz cegadora del principio, y del zumbido que nos dejó aturdidos, eso fue bastante raro.
- No se, tiene que haber una explicación lógica para esto - argumentó Axel, sin estar convencido del todo.
- ¡¡Chicos, hay que salir de aquí como sea!! - gritó Maje, asomada a la puerta - Están llegando hombres y mujeres armados. Nos van a descubrir, ¡hay que moverse!

Salimos por una puerta trasera del almacén, y, tras correr por el estrecho hueco que separaba el almacén de la pared que delimitaba la fábrica, nos quedamos escondidos detrás de unos contenedores y cajas, que hacían esquina.
Nos quedamos allí unos minutos, intentando dilucidar qué hacer, discutiendo distintas posibilidades entre nosotros.

- La salida de los camiones parece estar cubierta por los hombres armados, necesitamos otro sitio por el que huir. - dijo Pao intentando mantener la calma.
- Igual podemos utilizar otra salida, si conseguimos llegar a la zona donde se hacen las catas, igual podemos salir por allí, y saltar la valla para llegar a la calle. - argumentó Axel, confiando demasiado en sus recuerdos.
- Ok, vamos a intentarlo, no nos queda más remedio, se están aproximando. - contestó Maje

Aprovechando un momento de descuido, salimos corriendo hacia una ventana entre abierta, y nos colamos en una habitación, donde se encontraban unos contenedores enormes de bronce, y unas escaleras.

- Por cierto, con toda esta confusión, ya no me acordaba - dijo Axel - pero antes de salir, he cogido el paquete de la caja fuerte.
- ¿Pero por qué coges lo que no es tuyo? ¿Nos quieres meter en más líos? - le gritó Pao
- Yo que sé, ha sido un acto reflejo.
- ¿Un acto reflejo? - contestó Maje - ¿Coges cosas de la caja fuerte de la gente, como acto reflejo?
- Si me están apuntando con un arma si - contestó Axel con una sonrisa inocente - además, tenía una luz especial, eso en los videojuegos quiere decir que lo tienes que coger.
- Este chico es tonto…. - contestación perspicaz de Ael - ¡¡Eso era la luz de la venta!!
- Ñi ñi ñi ñí - dijo Axel, utilizando el 95 % de su cerebro - El caso es que lo he cogido, vamos a ver lo que es.

Abrimos el pequeño paquete, y nos encontramos dentro una nota con cantidades, y palabras tipo “lúpulo”, “cebada”, …
- ¡Es la fórmula de la cerveza! Puede que no sea tan tontico este chico…  - dijo Maje
- Ya, me lo dicen mucho - le contestó Axel con un guiño de ojo y un chascarrillo al más estilo de Ï am sexy and I know it”.
- Pero parece que está incompleta, hay algunas cantidades que no tienen la sustancia relacionada, y no aparecen los tiempos de fermentación o similares - se apuró a decir Pao.
- ¿Y qué hacemos con esto? - intervino Ael preocupado
- Vamos a guardarlo de momento, no sabemos cuando nos podrá servir - argumentó Axel. - Sigamos por esas escaleras hacia arriba.

Subimos las escaleras, girando a la izquierda, y nos encontramos de bruces con de bañeras llenas de cerveza.

- Mmmm cerveza…. - dijo Ael mirándolas fijamente
- Podríamos poner una de estas en casa y bañarnos en verano, como hacía Cleopatra con la leche de burra - le contestó a Maje burlonamente .
- Pues me parece una buena idea - intervino Axel riendo - Así os sentiréis como dioses, ¿por eso la llaman así, no? El Néctar de los Dioses….
- Eso es la ambrosía, idiota - dijo Pao
- Pero eso se debe a que no han probado una buena Export (texto patrocinado por la Zaragonaza S.A.)

Reímos todos por un instante, olvidando por un momento la tensión de la situación.


- ¡Hey, mirad, corred! - gritó Pao, que se había quedado un poco retrasada, asomándose a la ventana de una puerta - creo que hay alguien aquí,

Nos acercamos para cerciorarnos que así era, y, Ael, utilizando su fuerza hercúlea, consiguió forzar puerta, y abrirla. Allí se encontraron a un hombre de mediana edad, atado de pies y manos, y amordazado

- Muchas gracias - consiguió articular el hombre mientras lo desatábamos- soy Antonio, el maestro cervecero de Ambar. Unos hombres están intentando robar el secreto de la fórmula de Ambar, y me han encerrado aquí hasta que les diga las partes de la fórmula que faltan. Tenéis que ayudarme a conseguir la fórmula y salir de aquí para advertir a las autoridades.
- Hemos cogido la fórmula de la caja fuerte de un despacho, ¿te vale con esto?
- Perfecto, nos falta la segunda parte, que está en un compartimento secreto, en uno de los viejos almacenes, pero para eso necesitaríamos la llave que está en ese mismo despacho.
- ¿Te refieres a esta llave? - dijo Maje, sacándose la llave antigua que había encontrado en uno de los cajones con todos los papeles.
- Así que tú también vas cogiendo cosas que no son tuyas eh…. - le reprocho Axel con una sonrisa en la cara.
- Sí, esa es - contestó Antonio - veo que habéis hecho bien vuestro trabajo. Tenemos que ir al viejo almacén.
- Esto está lleno de hombres y mujeres armados, que nos están buscando, tenemos que trazar un plan para no ser descubiertos. - se apresuró a decir Ael.
- No os preocupéis, nadie conoce la fábrica como yo. Iremos por la parte de atrás de los almacenes, hasta llegar al nuestro. - Dijo Antonio mientras salían por la puerta.

Recorriendo la fábrica a buen ritmo y evitando los controles de las personas armadas, conseguimos llegar hasta nuestro almacén, con la respiración entrecortada, y el corazón en un puño. Antonio abrió la puerta con la llave y nos condujo hasta una de las esquinas del almacén, donde, detrás de un ladrillo falso, sacó un pequeño saquete, que contenía el resto de la fórmula.

- Coged vosotros una mitad, y yo llevaré la otra, por si acaso. Ahora solo tenemos que salir de aquí, sin que nos vean - se apresuró a decir mientras nos daba el primer papel que habíamos encontrado.
- Eso, me temo que no va a ser posible  - anunció una voz familiar detrás de nosotros.

¡Era el hombre de la barriga enorme, nos había descubierto!
- Dadme la fórmula, y os prometo que no sufrireis.
- ¿Nos vas a comer? - dijo Axel con la voz entrecortada.
- ¿Tú crees que es momento de hacer bromas? - gritó Maje con enfado.
- ¿Pero tú has visto que barriga? ¡Si cabemos los 5, y sobra espacio para un asado! - le contestó Axel, mientras le dirigía una mirada a Maje, para que se diera cuenta de lo que estaba pasando.

El señor de la barriga solo estaba pendiente de la discusión, mientras Pao y Ael se habían escabullido detrás de una larga pila de cajas con botellines, que intentaban volcar sobre el susodicho.

- ¡Silencio! - grito el hombre - ¡Dadme la fórmula! Y, ¿dónde están vuestros amigos?
- ¡Ahí los tienes! - dijo Maje señalando la larga pila de cajas que se desplomó sobre el hombre, dejándolo enterrado.
- ¡Si! Corred, tenemos que salir de aquí cuanto antes, el ruido habrá alertado a los demás - exclamó Antonio, mientras empezaba a salir a la carrera.



Ael se quedó mirando todas las cajas amontonadas encima del hombre y susurró con pena - Qué desperdicio de cerveza….

Todos salimos corriendo de allí y llegamos hasta la puerta de la fábrica esquivando las balas que pasaban silbando nuestras cabezas, consiguiendo que milagrosamente no nos diera ninguna. Ayudándonos unos a otros conseguimos saltar la tapia, cual Spartan Race, y aterrizamos al otro lado de la calle. Esprintamos como alma que lleva el diablo por las calles de Zaragoza, hasta llegar a la comisaría más cercana. Cuando abrimos la puerta, otra vez una la luz cegadora, un zumbido y un temblor, nos dejaron aturdidos por unos instantes.

Cuando conseguimos recobrar los 5 sentidos, y nuestra vista se acostumbró a la sala, gritamos todos a la vez  - ¡¡¿¿Como??!!

Habíamos vuelto a la sala de la Escape Room. Nos miramos todos extrañados, preguntándonos qué había pasado, si lo habíamos soñado. Entonces, nos habló por el altavoz.

- ¿Estaís bien chicos? ¿Pasa algo?

- ¿Eres Dios? - preguntó Axel
- No, soy David, vuestro Room Master, y habéis terminado la Escape Room con un buen tiempo, ¡Enhorabuena!


Cuando salimos de Coco Room, nos fuimos a tomar algo a un bar cercano, e intentamos dilucidar lo que había pasado. La fórmula que habíamos conseguido en la fábrica había desaparecido de nuestros bolsillos, pero todos nos sentíamos cansados y aturdidos, aunque en la Escape Room no habían pasado más que unos segundos. Todos coincidimos en que el totem había tenido algo que ver. Intentamos hacerlo funcionar de nuevo, pero no había manera, ahí seguíamos, sentados tomando unas cañas y unas tapas.

- Parece que vamos a tener que volver a hacer otra Escape Room - dijo Pao.
- Me parece estupendo - le contestó Ael.
- Brindemos por ello - comentó Axel levantando el vaso.
- Por la próxima - exclamó Maje.


Puedes ver nuestras opiniones sobre la Escape Room en la página de Ambar la Visita.

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